Thursday, July 29, 2021

Sentido

Cuando hace algunos años ya expresé en la Mitopoética mi rechazo del concepto de “Das Heilige” (Lo Sagrado) como un concepto útil para poder expresar el contexto específico que define la mitología en relación a la religión y la metafísica, no era tanto un rechazo al “Mysterium estupendum et tremendum” que da contenido fundamental a “Das Heilige” como al uso racional que la metafísica  ha hecho del concepto en todas las tradiciones. Mi rechazo era más de la racionalidad adentrándose en el terreno de lo Inefable creyendo que realmente está diciendo algo con sentido en relación al Ser, que del ámbito vital donde “Das Heilige” ocurre, un ámbito espontáneo de la Vida-Inteligencia. Una cosa es la tesis filosófica del “Mysterium Tremendum” de la existencia y otra es la experiencia de ese Misterio. Según la tesis filosófica, el Misterio tiene una dimensión racional y otra irracional. Esto no tiene sentido, pùes el Misterio, el Numen, el Ser, no es racional ni irracional. Racional e irracional no son conceptos que agotan la fuerza de la Vida-Inteligencia, no cubren todo el espacio ontológico de esta, ni tampoco el epistemológico. El concepto de “Das Heilige” prosperó en una oposición Espíritu-Naturaleza que falla en la comprensión de la Realidad. Como se afirma en diferentes tradiciones mistéricas alejadas de las aulas de filosofía: la Naturaleza es símbolo del Espíritu. Sólo este punto de partida puede devolvernos el sentido que ha perdido la Naturaleza en nuestra civilización, una Naturaleza a la que ahora prestamos atención simplemente por el miedo que infunde el desastre hacia el que encaminamos nuestras naves.

El fracaso de “Das Heilige” como concepto no ocurrió en el momento en el que dejó de tener sentido, sino cuando fue un concepto incapaz de generar sentido. El sentido es más que el significado. Sagrado es lo que genera el sentido para la existencia humana y del cosmos. Como seres simbólicos, Sagrados son los símbolos con los que construimos un eje mítico-ritual pleno de sentido, símbolos con los que pensamiento, palabra y acción se harmonizan y somos acogidos en el seno del sentido. Lo Sagrado es Sagrado por tener sentido y generar sentido. Pero no necesariamente algo que hemos llamado Sagrado tiene que tener sentido, como hemos comprobado en los últimos siglos. Nuestras estructuras mentales se anquilosan y mueren, y nos matan tras ellas, nos quitan la vida de la espontaneidad, y al perder espontaneidad nuestras vidas se esfuma el sentido, y nos encontramos huérfanos de nuestros propios conceptos, de nuestras viejas construcciones simbólicas, no renovadas en el contacto con una Conciencia-Fuerza (lo que se ha llamado Espíritu) mucho más sutil y compleja que las básicas construcciones mentales que hemos desarrollado (o que nos han desarrollado) hasta este momento. La nueva religión, la Ciencia, lejos admitir sus limitaciones e incapacidades para generar sentido (algo que también le pasa a los viejos transatlánticos de las Viejas Religiones) persiste contumazmente en un infantil mesianismo tecnológico. La trivialidad psicológica en la que vivimos inmersos se cierra como un lazo al cuello que cada vez nos deja respirar con más dificultad. Estamos a un paso de nuevos tribunales inquisitoriales encarnados ahora por masas idiotizadas que tan sólo quieren o intentan sobrevivir anestesiados un poco más.

Y el sentido se encuentra a menos de un paso de nosotros, más cerca que nuestra propia yugular, más cerca que la construcción psicológica que hemos llamado ego. Es tan obvio el sentido que pasa desapercibido, nuestra especie lo olvidó. Era inevitable que ocurriera, pues la palabra es responsable de ese distanciamiento: la palabra nombra, y al nombrar crea y separa. La palabra ha de ser el camino de vuelta, si bien una palabra de unión y alegría, como la que produce el Sol alba tras alba.


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