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“Lo que es” se desvela en el proceso de autoconocimiento: fundamento epistemológico de la psicología junguiana

        Para los antiguos romanos, “Terminus” era el dios de los límites, representado como grandes piedras que se utilizan para dividir y delimitar los campos. Se hacían festivales, llamados Terminalia, en los que se santificaban las piedras que “generaban” el espacio humano. Nuestra palabra “término”, es la heredera de aquel dios, o mejor, es aquel dios incorporado en un espacio cotidiano, en nuestro Lebenswelt o mundo de la vida.
Un término filosófico, sea cual sea su contenido semántico, es la marca conceptual que hacemos estableciendo un signo referencial, es la acción de determinar, de generar una referencia en un espacio mental, referencia con la que hacemos corresponder un signo, o si tratamos con un espacio físico, la correspondencia con un objeto, ya sea un mojón, una piedra, o un cartel indicador. Desde sus principios, la filosofía ha utilizado términos semánticos binarios como herramientas del pensar, algo de lo que también la psicología analítica ha sacado buen partido.
Uno de los términos semánticos binarios de mayor recorrido para la psicología en general sigue siendo hoy el que establece la oposición Consciente/Inconsciente (C/I). Es más, sobre esta oposición se yerguen los diferentes edificios psicoanalíticos que ha construido la tradición psicológica occidental. El término u operador C/I tal como lo utiliza Carl Jung, determina el espacio psíquico a partir de una intuición directa de la experiencia vital del adulto: la unidad de apercepción del medio y de continuidad cognitiva básica que designa el pronombre “yo”, o “ego”.
Para Jung, el ego es el factor complejo que funciona como referente tanto de los contenidos   físicos como psíquicos. ego y C/I  se comprenden de manera conjunta: la conciencia es la función o actividad que mantiene la relación de contenidos psíquicos con respecto al ego. En este sentido, la función egoica da su forma a los contenidos psíquicos de la conciencia. Según Jung, el ego está en el centro de la actividad consciente, si bien, el hecho de que la diferencia específica entre Conciencia e Inconsciente sea el ego, implicaría que el ego ocupa más bien una posición liminal entre ambos conceptos: el ego es una frontera indexadora de actividades psíquicas que han alcanzado cierta coherencia formal en relación a la memoria, es una función psíquica que hunde sus raíces en su frontera con el inconsciente. Pero dejemos por el momento a un lado la memoria, Mnemósine, la función que actúa como sustrato para la unidad de apercepción intuitiva de la que surge la función egoica, para establecer la topología básica del espacio psíquico. El espacio psíquico   queda explicitado en términos jungianos como en el gráfico: las líneas de puntos definen de manera liminal la función egoica. 




Según la definición dada de conciencia, el inconsciente sería la actividad psíquica cuyos contenidos no tienen el término del ego como referente. Pero esto noe es así, pues un término semántico como el utilizado C/I, está construido sobre una oposición semántica que implica una determinación mutua. El Inconsciente queda capturado como significado en su determinación como  no-ego, se nos presenta entonces como una no-apercepción directa de nosotros mismos que actúa contiguamente a la conciencia, y cuya naturaleza presenta continuidad con la conciencia. El Inconsciente se nos desvela entonces como lugar de una ignorancia relativa, y el consciente como el lugar de un conocimiento relativo. Ya que partíamos de que el ego centra los contenidos físicos tanto como los psíquicos, la relatividad cognitiva se extiende también al conocimiento de la fisis, e invalida cualquier valor absoluto de las representaciones de la ciencia, pues son siempre las de un ego que se desconoce y sus referencias no pueden sino ser contingentes y condicionadas a tal autoconocimiento.
De esta manera, la unidad de apercepción directa e intuitiva del Ego que conoce su limitación (aunque no conoce sus límites), se convierte en la base de toda experiencia vital humana, así como el motor para su desarrollo. El ego ignorante es un ego insatisfecho que busca su perfección en una expansión asintótica de su frontera liminal con el Inconsciente, una unidad dinámica que se le muestra como una integración que no parece un proceso que pueda dirigir desde su propia precariedad cognitiva. Vemos así que el fundamento de la psicología junguiana -como el de tantas psicologías que han surgido de la filosofía perenne- es epistemológico, y que de él se deriva una ontología de la acción cognitiva: “lo que es”, se desvela en un proceso de autoconocimiento, o dicho con una metáfora, en un viaje de luminosa automanifestación.




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