Wednesday, September 15, 2021

Mimesis Alquímica de los Trovadores

 La relación mimética arte-naturaleza alcanza una nueva configuración teórica a partir de la praxis trovadoresca de los siglos XII y XIII. La relación ahora se va a fundamentar en el amor, en una forma de amor desconocida hasta la fecha en Occidente.Podemos encontrar precedentes en Safo de Lesbos:


Algunos piensan que es la flota, o la caballería o la infantería, la visión más bella en el mundo; mas yo digo que es aquello que uno ama1.(1)


Pero aunque estos versos sean quizá el primer ejemplo de la belleza como sentimiento amoroso, la idea alcanza una configuración única en el momento histórico de los trovadores. En las obras musicales de los poetas de amor cortés asistimos a la fundación del culto amoroso que hace de la mujer centro de la creación. Se trata de un amor razonador y proporcionado, más una tendencia de la razón hacia lo bueno y bello -en sus acepciones más neoplatónicas- que un impulso sexual2. (2) En las obras de Blondel, Gautier d’Epinal, Gillebert de Berneville y tantos otros, se proclama el sufrimiento amoroso como fuente de toda bondad y virtud en un tono que disuelve la barrera entre lo sagrado y lo profano, o si se prefiere, que sacraliza a la dama y con ella resacraliza toda la existencia, si bien en una síntesis nueva. Los cantos a Notre Dame se convierten en un canto general a la dama como símbolo, a la puerta del cielo que es lo femenino (3)3 ante la que el poeta entona el conjuro del verso. La dama es símbolo de la naturaleza entera, que se comprende como un Eterno Femenino en el que el poeta busca su propia imagen y se interroga4. (4)


¿Qué puede haber en este mundo que pueda darse a un hombre más placentero que el amor de una mujer deseable?5. (5)


El precedente más directo de este sentimiento se encuentra en Europa en la obra de los poetas arábigo-andaluces, y con particular énfasis hay que destacar el tratado poético de filosofía amorosa del cordobés Ibn Hazm, quien a principios del siglo XI sembraba así el terreno para los trovadores:


Yo que he gustado los más diversos placeres y he alcanzado las más diversas fortunas, digo que ni el favor del sultán, ni las ventajas del dinero, ni el ser algo tras no ser nada, ni el retorno después de una larga expatriación, ni la seguridad después del temor y de la falta de todo refugio tienen sobre el alma la misma influencia que la unión amorosa, sobre todo si la han precedido largos desabrimientos y ásperos desdenes que han encendido la pasión, alimentando la llama del deseo y atizado la hoguera de la esperanza6(6).


El arte de los trovadores, como ha señalado Méla, es un arte análogo al de la alquimia en el que las materias se transmutan unas en otras con una abolición total de las fronteras entre arte y naturaleza, ambos trabajan en una misma dirección:


Con la complicidad de la lengua, el poeta sugiere que su arte se parece más a los poderes de la Naturaleza que lo que el topos del arte mimético deja suponer, pues su arte es un arte de otro orden, propiamente alquímico, ya que implica la verdad. (7)7


Bajo el pretexto de haber encontrado las palabras que pintan los ojos de la amada, el poeta la recrea, la inventa en un juego de reflejos que hace imposible decidir cúal es el original, pues arte y naturaleza son la transmutación de una misma sustancia. Tanto la rosa como la dama son los símbolos de esta alquimia, intercambiables entre sí, metáforas y metonimias del proceso de generación y destrucción en el que se encuentra el mundo. Al contemplarlas se hace imposible detener los ojos en un límite, pues su belleza es creciente e inagotable (8)8 -como canta el poeta cordobés- lo que presupone una experiencia extática de disolución de la personalidad en una personalidad de alcance mayor.

Es preciso destacar el hecho de que con los trovadores se establecen los precedentes de un proceso que culminará a principios del siglo XVII en el que se va a invertir la relación mimética del arte y la naturaleza. En la obra de los trovadores, comienza a ser patente que es el arte el creador de lo natural y que sólo desde el arte puede comprenderse. El poeta se descubre a sí mismo en el proceso creativo, se encuentra inventando los ojos de su dama, su propio espejo. Como dice el enigma: no soy casi nada y soy todas las cosas9, (9) es el espejo doble de Narciso que la dama tiende al poeta ofreciéndole una nueva visión sobre el mundo y sí mismo. La belleza de la dama es la pulcritud del espejo que permite el reflejo, y con el reflejo, el dardo que acaba con la imagen propia propiciando el renacimiento en lo otro, en la naturaleza general que representa la dama. La comprensión de la alquimia conduce a la inmortalidad, Isis-naturaleza queda desvelada como un proceso de cambio continuo de perpetua destrucción y nacimiento, y lo primero que sufre el proceso de cambio es el yo del poeta, quien muere a su propio ser para renacer en el ser sublimado que proyecta sobre su amada.

La mímesis alquímica de los trovadores puede ser comprendida como un impulso hacia lo inexistente, algo así como la voluntad girada sobre sí misma en un acto autoconstitutivo. Es un proceso de expresión de lo que queda fuera del yo con el afán de apropiarlo en una operación constitutiva de un yo de más alcance. La dama del trovador es la dama ausente por excelencia que vive en su corazón y crece con un verbo que manifiesta la clara voluntad de crecer. El trovador encuentra en sí mismo eso que busca y lo recrea, lo hace florecer en su deseo:


Quiero aquello que no puedo tener(10)10


es decir, quiero mi propio afán de querer. Las reminiscencias del Banquete platónico son claras, aunque hay elementos nuevos. El amor se plantea por un lado como un deseo de lo que nos falta, tal como Aristófanes lo presenta en el Banquete y es también un amor que se conjuga con el deseo de lo idéntico que se daba en las exposiciones de Fedro y Pausanias11, (11)pero la fusión de lo idéntico y lo distinto al poeta se da ahora en la figura de la dama. El amor trovadoresco no es en absoluto homosexual y, de hecho, la mímesis alquímica que desarrolla se da por la fusión de opuestos: la dama es espejo y lugar de transmutación, al imitar su ser se recrean todas las cosas. Además de esto hay otra diferencia radical: el amor de los trovadores no aspira a la posesión de la amada para siempre, como Diotima de Mantinea cuenta a Sócrates que hace siempre el amor12, sino que por el contrario el trovador renuncia a tener la amada para convertirla ya en otra cosa, en el motor de una transformación interna. El poeta quiere lo que no puede tener porque lo que persigue no es algo que pueda tenerse, no es un objeto, sino su propio deseo de llegar a ser todas las cosas. Se ama lo que no se tiene porque se aspira a no ser ya uno mismo, sino una continuidad con todo lo demás, continuidad que se pretende a partir de la identificación con la fuerza transformadora de las cosas: el amor.(12)


Tanto tengo mi corazón lleno de alegría que todo cambia ante mis ojos de naturaleza (13)13


Pero también se notan en la mímesis alquímica elementos de la filosofía tantra, que muy probablemente llegaran hasta los trovadores a través del catarismo -relaciones que han sido investigadas por Falvy (14)14- o simplemente por el contacto de las cortes del Sur de Francia con el mundo musulmán peninsular.

La filosofía amorosa de los poetas andaluces ha sido inscrita dentro del llamado amor Bagdadí (15)15, el que sin duda parece ser una variante del Oriente Medio sobre la escuela filosófica hindú (y tibetana) del tantra. El tantra es una disciplina espiritual que cuenta con una doctrina y una práctica milenarias encaminadas a la unión con la divinidad basadas en el kalachakra yoga. Las prácticas pretenden la experiencia de la no dualidad esencial del ser humano, la experiencia de la Shakti mediante el despertar de las energías psíquicas llamadas Kundalini, para lo que se ponen en funcionamiento diversas formas de energía física del individuo, incluídas las sexuales, con el fin de redirigirlas en un proceso de meditación. Durante este proceso se producen transformaciones de la conciencia del participante capaces de modificar de manera más o menos permanente su conducta cotidiana16. (16) En las prácticas de tantra el ego es sentido como una ilusión, maya, que es superada por la comprensión del tejido de la realidad. Se trata de un proceso de reabsorción en un principio superior transpersonal, semejante al de la experiencia chamánica. La iniciación de la que Diotima habla en el Banquete, en la que se procede a una progresiva universalización-abstracción del sentimiento de la belleza, está en esta línea17. (17) El tantra mantiene la faceta apolínea junto a una buena dosis de dionisismo. Para el practicante masculino la divinidad por la que pretende ser poseído es femenina, es el principio femenino de la naturaleza que experimenta a través de su Gurú, quien tiene que ser del sexo opuesto y con quien mantiene relaciones místico-sexuales, llevando a cabo una adoración de todo lo femenino que mantiene un tono bastante similar al que se observa en el amor bagdadí: el acólito canta y reza a su diosa con las misma palabras que el poeta celebra a su amada (18)18, y con el mismo propósito de unirse con ella y diluir su propia identidad.

¿Cuál es entonces la diferencia específica de la síntesis alquímica alcanzada por los trovadores con respecto al Tantra? Una mayor presencia apolínea en la música trovadoresca, que se traduce en la mayor importancia del yo histórico de los trovadores, así como una mayor personalización histórica del principio femenino, es decir, una mayor relevancia de la dama específica y de su única personalidad. La participación así reconoce lo divino en lo particular, lo que años más tarde dará lugar al canto con nombre humano propio: Laura en Petrarca, Beatriz en Dante o Camila en Garcilaso. En el trovadorismo el poeta es más consciente de la mujer a través de la que experimenta el principio de mímesis alquímica, mientras que en el tantrismo, desde un primer momento se trata con la Shakti, la divinidad femenina más general sin resquicios para la mujer individual o para el hombre individual. Por otro lado, la práctica sexual del tantra queda sublimada en el trovadorismo y la mímesis alquímica que produce el amor es tan sólo experimentada en un nivel intelectual, por contraposicón con las prácticas físicas del Tantra. El episodio de Francesca en la Divina Comedia es de hecho una declaración explícita sobre los límites del amor cortés. Paolo y Francesca- como nos cuenta Dante en el canto V-, leyendo sobre cómo el amor hirió a Lanzarote, cruzan el umbral de lo literario y completan el deseo, quedando aprisionados eternamente en el infierno de una pasión sin descanso y sin finalidad (17)19. Pero quizá la diferencia mayor viene dada por el carácter poético-musical radical del trovadorismo frente a las prácticas del tantra. La recreación no sólo de la dama sino de todo su entorno, del mundo en el que se mueve, mediante el canto hace al arte demiurgo de la naturaleza. La fuerza capaz de las transmutaciones es el hilo de oro del logos-amor que permite encontrar el orden en el laberinto de la existencia, un logos capaz de convertirse en lo que no es por pura voluntad. El marco alquímico es la propia literatura, el lugar en el que desarrollará sus prácticas mágicas a partir de ahora gran parte de lírica occidental. Con Robert Graves, podríamos decir que la tradición poética occidental está basada en principios mágicos cuyos rudimentos fueron un hermético secreto religioso durante siglos, pero que después, una vez que dichos secretos salieron a la luz y se desacreditaron, se olvidaron sus orígenes (19).20 Un vistazo a la producción poético musical de Occidente basta para que esta forma de mímesis -con mayor o menor conocimiento de todas sus implicaciones y sus fuentes históricas- sea tenida por uno de los motores principales estéticos.

1Safo.Fragmento 16. En Greek Lyric Poetry. Edited by M.L.West.Oxford University Press. Oxford and New

 York.1994.p.37.

2Cf. Pierre Aubry. Trouvéres et Troubadours. Georg Olms Verlag. Hildesheim and New York 1981. p. 98.

3Verso éste Gautier de Coinci. Citado por Aubry en la Ed. cit. p. 115

4Cf. Charles Mela. Le Beau Tronné. Etudes de theorie et de critique litteraires sur l’art des trouveurs au Mogen Age.

 Paradigme Ed. Caen 1993 p. 214, en ensayo: Le Miroir Perrilleux on l’alchimie de la Rose.

5Andrea Capellanus. De Amore. Libro II. Capt.6.p.239. Duckworth. London 1982.

6Ibn Hazm de Córdoba. El collar de la paloma. Alianza Editorial. Madrid 1985.p.p.181-182.

7Charles Méla.Le Miroir Perilleux ou l’Alchimie de la Rose.Ed.Cit.p. 212.

8Cf. Ibn Hazm.Ibid.Ed.cit.p.190.

9Cf. Méla.Ibid.Ed.Cit.p. 217.

10Guillaume IX de Poitiers. Chanson VII. En Aimer son Désir: L’Amour Courtois.En Charles Mela.Ed. Cit. p. 258.

11Por la defensa del Eros homosexual.

12Cf.Platón.Banquete.204D - 205A.Collected Dialogues. Ed.Cit.p.p.556-557.

13Bernard de Ventadour. V.1-4. En Charles Mela: Aimer son Désir.Ed.Cit. p. 261.

14Según Zoltan Falvy hay evidencias de los vínculos cercanos entre trovadores y cátaros, y ambas ideologías fueron

 perseguidas por la Iglesia, que con la espada del Papa Inocencio III mató 20.000 cátaros en Bezier dispersand

o así el movimiento trovadoresco. Véase Zoltan Falby Medieval Heresies and the Troubadours en Mediterranean culture and

 Troubadour Music. Akademiai Kiadó. Budapest 1986. p. 46 y s.s.

15Cf.José Ortega y Gasset. Prólogo al Collar de la Paloma. En Ed.cit. del libro de Ibn Hazm.p.26.

16Hay un excelente estudio de Heinrich Zimmer, The significance of the tantric Yoga. En Spiritual Disciplines. Princeton

 University Press. Princeton 1985.p.p.3-58. Otro texto interesante es The practice of the Kalachakra de Glenn H. Mullin,

 Snow Lion Publications, Ithaca, New York 1991. En este libro se incluyen textos del Kalachakra Tantra.

17Véase Platón, El Banquete 210A-212A.

18Platón nos da una magnífica descripición del delirio que produce el sentimiento del amor o la popsesión afrodítica en

Fedro 250E-252B, que concuerda perfectamente con los éxtasis del amor bagdadí.

19La frontera que lleva de la perfección del amor cortés, sublimación del tantrismo, a la desaprobación cristiana las

 practicas sexuales es ténue. Dante nos dice: Cuántos dulces pensamientos, cuántos deseos llevaron a estos al doloroso

 trance! (Divina Comedia. Canto V. versos 113-114.Obras Completas de Dante Aligheri B.A.C. Madrid. 1980.p.45.), dando a

 entender la proximidad del cielo con respecto a la realización espiritual y el infierno del fracaso. El poeta se desvanece

 después de escuchar el relato de Francesca.

20Cf.Robert Graves. The Whithe Goddess. Farrar, Straus and Giroux. New York 1994. p. 17.

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