El dinero es energía potencial
metafísica, y como tal, es un generador de acciones
económicas. En este sentido, es una narración que interpreta
los intercambios de energía potencial metafísica en energía económica. Funciona como aglutinante de las acciones económicas diversas de la ciudad, algo que consigue
gracias a su contenido simbólico puente, gracias al vínculo
que establece entre las determinaciones primitivas y las determinaciones económicas de la ciudad. A través del mito del dinero,
cuantificamos y cualificamos la homeostasis social valorando el conjunto de nuestras
experiencias, reduciendo a la semántica emocional común las diferentes acciones económicas y los objetos determinados por ellas,
relacionando acciones y objetos a partir de su valor en el conjunto energético
del organismo, de manera análoga a cómo operan los protocolos emocionales.
¿Por qué deshacernos de un mito tan ingenioso que ha permitido una
complejificación social tan variada y un desarrollo como el que hemos
experimentado de la inteligencia? Porque la metafísica monetaria perpetúa la patología
psicológica de la acumulación y condiciona la vida humana a estratificaciones
sociales que operan contra el desarrollo de capacidades críticas y creativas.
El dinero impide el desarrollo de la
narración de la libertad jurídica, pues impide la
igualdad, ya que su funcionalidad y utilidad se basa en diferencias
cuantitativas (termodinámicas) de energía y acceso a la energía.
Mientras haya dinero habrá esclavismo,
como explica perfectamente la teoría de la plusvalía de Marx, y
mientras haya esclavismo nuestro pensamiento estará encadenado a las
formas más básicas de las emociones y a la mera supervivencia.
¿Podríamos quitar sin más la narración del dinero? ¿No habría algo equivalente que lo sustituiría, es más, algo que
funcionaría exactamente igual que el dinero y lo haría indistinguible de este?
La respuesta a la segunda pregunta es afirmativa. Somos seres simbólicos y las
valoraciones que proporciona un mito dado son ya acciones económicas muy concretas de las que
depende la homeostasis y supervivencia general del grupo. El
dinero, como los dioses, sólo puede ser sustituido por un mito más amplio que cubra las
funciones del mito antiguo y genere alguna nueva, deseable y beneficiosa para
el grupo, de lo contrario, volveremos a reproducir un patrón simbólico equivalente, con sus
acciones económicas asociadas.
No creo que se trate de volver a sociedades pre-monetarias, sino
más bien de desarrollar sociedades post-monetarias, con un mito del plano de la
ley humana aún más complejo que el del
dinero (mito de la ley universal), que lo absorba y lo disuelva. Un mito así sólo puede provenir
de una nueva revaloración del trabajo humano a partir de los
horizontes que abre la robótica,
unida a una aritmética básica poblacional.
(Capítulo 23 de A solas con el universo. Oscar E. Muñoz. 2014)
(Capítulo 23 de A solas con el universo. Oscar E. Muñoz. 2014)
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