Si conceptualizamos el “yo soy” ya no estamos
hablando del “yo soy”, pues no es un objeto. Al no ser
conceptualizable no puede ser una sustancia, entendida esta comointuición pura. El “yo” apunta hacia la unidad, pero no es la
unidad. El yo no es cuantitativo, no se repite. Tampoco admite
determinaciones, pues no podemos incluir un objeto como parte del
sujeto. Sin embargo, el “soy” ya es una cualificación del “yo”,
la más inherente, aunque también le es ajena. La diferencia entre
el “yo” y el “soy”, como comprendió Platón en el
Parménides, hace posible la multiplicidad. Es el juego entre
la identidad y la diferencia que polariza el apeiron como cosmos. En
este sentido, el “yo soy” es la luz de la creación, no una luz
visible, sino la luz que hace posible el ver, el pensar unido a la
intuición que caracteriza la vida-inteligencia en su juego
interminable.
Existence is Encounter. Meeting at the limen. In the limen, the masks disappear, that is, the basic intuitions of identities, such as the identity that I feel and think in relation to the tree that I see in front of me. The identity of the tree is a projection of mine: the unity of my process of perceiving the tree generates a mask in me, the ghost of a limited unity separated from everything else. The simplest form of intuitive understanding of masks and limen is given to us by numbers. Numbers intuitively express the liminal tension that is Existence. A little etymological note. Rythmos in Greek means flow. Arythmos (number) is what does not flow, what remains solidified. Numbers express the liminoid, and flow, rhythm, expresses the liminal. A rhythm becomes liminoid when we can trace patterns in it, that is, when we can construct masks of identities. Mathematics has spoken of flow using the Latin word “continuum”, the continuous. All modern science, since Leibni...
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