Wednesday, August 21, 2019

Mi identidad no es personal


La persona es discontinua, es una narración de la memoria psicológica, ni siquiera una narración de los estados del cuerpo, salvo aquellos liminales en los que precisamente la persona desaparece: momentos de gran gozo o dolor. El hecho de que yo pueda estar aquí y ahora siendo sin necesidad de apelar a ninguna memoria ni hacer ninguna narración, muestra la hoja en blanco sobre la que la persona escribe su narración de identidad. Esa hoja es el Atman, el “yo soy”. Cuando vivimos en la persona sólo prestamos atención al texto que escribe tal persona. Cuando la persona desaparece, que da el Atman a la vista y somos eso. Cuando somos Atman sin persona vivimos en la plenitud. Todos los días estamos ahí inadvertidamente, como cuando hemos cumplido un deseo y aún no hemos proyectado el siguiente, o entre dos pensamientos, o cuando la percepción nos toma y absorbe por completo. La continuidad que experimentamos en nuestra existencia se debe al soporte sobre el que construimos nuestras narraciones de identidad. Esa continuidad es la que da unidad a lo que de manera contradictoria llamo mi vida, pues es una continuidad que no está fundamentada en ninguna de las personas sociales que han ido apareciendo a lo largo de la existencia de este organismo neurofisiológico que he identificado equivocadamente con su soporte, el Atman. Mi fundamento como ser individual no es nada individual. Sobre esa forma de energía no-individual, no-personal, el Atman, se han superpuesto narraciones cuya factura corresponde al funcionamiento autónomo del cerebro de mi cuerpo, que ha ido ordenando memorias conforme a propósitos de supervivencia de las distintas personas psicológicas.

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