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Sobre la ceremonia altaica del sacrificio del caballo




La teoría de la racionalidad continua propone la extensión evolutiva de las acciones rituales animales en el mundo homínido, y posteriormente humano, así como el desarrollo simbólico de los ritos humanos en formas narrativas complementarias, de cuya conjunción con los ritos se derivan las valoraciones que determinan la identidad social. Los ritos y los mitos tienen un fundamento emocional que vincula sus contenidos comunicativos a un grupo de acciones ecológicas particulares, que condicionan su forma final. Pero, ¿qué es exactamente un ritual humano? Para responder a esta pregunta, voy a examinar la ceremonia altaica del sacrificio del caballo, y así establecer un modelo simplificado de ritual del que podamos extraer una primera aclaración sobre el concepto de rito. Este tipo de ceremonia chamánica, y otras análogas en las que se sacrificaban osos, y otros animales, es especialmente significativa desde un punto de vista mitopoético, por haber sido practicada por gran número de culturas en todo el mundo, así como por tratarse de un rito de origen paleolítico. El chamanismo siberiano, tal como fue descrito por los misioneros rusos del siglo XIX, tiene la particularidad de ofrecernos una imagen muy arcaica de los rituales, preservada por el fuerte aislamiento de estas culturas nómadas, que entronca con la tradición paleolítica. La ceremonia del sacrificio del caballo y el ascenso al cielo podría ser resumida en la siguiente descripción 1.
La periodicidad del ritual no está expresamente determinada, sino que depende de las peticiones que una familia en particular haga de él. No obstante, se trata de un rito que hacen todas las familias del grupo y que implica al conjunto por su contenido comunitario. En el primer día, el chamán elige un lugar en la pradera sobre el que levantar una nueva yurta2, en cuyo centro levanta un abedul joven que sobresale por la parte de arriba de la tienda, y al que ha incrustado nueve peldaños en su tronco. Alrededor de la yurta, levanta una empalizada con ramas de abedul. Fuera, se elige un caballo que quedará a cargo de un participante designado por el chamán, el cual en su momento intervendrá en la acción ritual. Con una rama pasada sobre el lomo del animal, el chamán incita a partir al alma del caballo para que vuele hacia Bai Ulgan, y después hace lo mismo con el cuidador del animal para que acompañe al alma. El chamán vuelve a la yurta, echa ramas al fuego, e invoca a los espíritus para que entren en su tambor, moviéndolo hacia un lado y otro como si los estuviera capturando en su interior. Una vez que estos espíritus celestiales están en el tambor, sale de la tienda y monta en un monigote con forma de ganso, a la vez que bate sus manos como si volara. Canta al ave con palabras de ánimo para la ascensión, y el ganso responde a partir de la mímica que realiza el chamán con los sonidos característicos del animal. Sentado a horcajadas, persigue el alma del caballo, que supuestamente está volando, imitando su relinchar. Con ayuda de los presentes, captura el animal celestial mimético escenificando diversos forcejeos. Después, mata al caballo físico rompiéndole la columna vertebral, y se hacen ofrendas con la piel, la carne y los huesos del animal, que son preparados ceremonialmente, para después comer la carne.
La noche del día siguiente, el chamán ofrece carne de caballo a los espíritus que residen en su tambor y al Maestro del Fuego3 y luego distribuye carne entre los asistentes, quienes representan a los espíritus. El chamán se pone su traje ritual e inicia una invocación a diferentes espíritus y dioses, entre ellos la familia de Bai Ulgan, compuesta por Madre Tasygan y sus dieciséis hijas4. Da vueltas alrededor del abedul e invoca a un espíritu guía ante la entrada al mundo celestial simbolizada por el árbol. Si recibe respuesta favorable comienza a tocar el tambor, vuelve al centro de la tienda y, entre convulsiones, comienza a proferir palabras ininteligibles. Purifica con su tambor a todos los asistentes y después mimifica en torno al abedul la escalada al reino de Bai Ulgan. Asciende de cielo en cielo encontrándose con diversas divinidades, con las que conversa, y de las que recibe noticias: sobre el futuro de la tribu, sobre el clima, epidemias e infortunios, y los sacrificios que la comunidad debe hacer. Sube así, peldaño a peldaño, hasta llegar donde sus poderes le permiten, invocando en ese momento a Bai Ulgan, con quien habla, y de quien recibe la aceptación del sacrificio presente, así como indicaciones sobre los sacrificios necesarios para el futuro, además de ser informado sobre el clima en relación a la prosperidad de la cosecha5. El chamán colapsa tras su éxtasis y cae al suelo, donde permanece inmóvil durante un largo rato. Después, se despierta como si amaneciese tras un largo sueño, y saluda a los presentes con el énfasis de quien ha vivido una prolongada ausencia. A veces, el festival acaba aquí, pero puede continuar un día más, en el que se hacen libaciones a los dioses y banquetes, en los que se consumen grandes cantidades de alcohol.
El ritual comienza, pues, con una determinación espacio-temporal específica para la ocasión. Aunque este rito no obedece a ninguna efemérides estelar o fecha estacional, ya que no son pueblos de base económica agrícola, sino cazadora y ganadera, sí se establece un espacio-tiempo distinto al ordinario. En el caso del ritual del oso de los Aino, en la isla japonesa de Yezo, la fecha del sacrificio del animal tampoco está precisamente determinada, puede ocurrir en septiembre o en octubre, y algo similar pasa con la ceremonia Gilyak del oso, que puede ser celebrada en diciembre, en enero o en febrero6. Sin embargo, entre los Lebed y los Teleut encontramos ceremonias del caballo agrarizadas, con fechas específicas de relevancia agrícola7. Por otro lado, la nueva yurta de la ceremonia altaica, con un abedul en su centro, reproduce un templo a mitad de camino entre la cueva y el bosque, un escenario cuidadosamente preparado y pre-simbolizado en el que ocurre la acción ritual. Los asistentes saben quiénes son los espíritus que entran en el tambor, quiénes son Bai Ulgan y su consorte, es decir, conocen una narración previa de lo que allí está ocurriendo. La ceremonia conlleva dos tipos de narración diferentes: la general, que es una narración escenificada de toda la ceremonia, el protocolo en el que se incluyen no sólo la ceremonia de sacrificio del animal, sino todos los demás protocolos rituales que conforman la vida de la tribu, y por otro lado, la narración de las distintas acciones del sacrificio-caza del caballo, la subida al cielo, mímicas, danzas, etc., que se interpretan en esa ceremonia particular, en la que hay información nueva. La primera está a cargo del chamán y de toda la comunidad, que ayuda en los preparativos, así como de los mismos antepasados que intervienen como espíritus, y que en su momento fijaron partes específicas ceremoniales. Desde el momento en que el rito se realiza como tradición, a tal narración se le adscribe un narrador ausente, como si la memoria grupal que la recoge fuera una entidad independiente. La diferencia de identidades, de la que se deriva el contenido numinoso y trasmundano, se produce al hacer presentes en el ritual a los antepasados, en la reconstrucción lingüística y escenográfica de personajes que la imaginación trae miméticamente a la ceremonia, que toman vida en la palabra y en la acción del chamán. Aunque es en el ritual donde los difuntos son recuperados para la memoria, el propio ritual es obra de aquellos, de generaciones que fueron fijándolo en ceremonias análogas a la presente, en las que se escenifica un tiempo cíclico que abole las diferencias entre vida y muerte, tanto para el ritual presente, como para los mitos subsidiarios de la narración general, que complementan epistemológica y moralmente la ceremonia, fijando en estos procesos la Lebenswelt del grupo. Un ejemplo de ceremonia subsidiaria de esta lo tenemos en el rito de iniciación del propio chamán, en el que, como en el resto de iniciaciones de los miembros de la tribu, el iniciado recibe un espíritu guía.
Ergo, tenemos dos tipos de información en el ritual, la conocida, que se repite mecánicamente y cierra el tiempo en un bucle, y la nueva, que tiene relevancia para el presente. A la primera corresponde la organización protocolaria de la ceremonia, la caza-sacrificio del caballo, y las diferentes mímesis interpretativas del rito. Como parte de la información nueva tenemos la escenificación de las conversaciones con los poderes sobrenaturales. La parte mecánica es meta-ritual, en el sentido de que representa un modelo ausente que se busca repetir para obtener su eficacia, la cual reside en establecer un vínculo mimético (lingüístico y ceremonial) con los seres sobrenaturales, con el fin de obtener la información necesaria para la supervivencia del grupo. La primera forma de narración-escenificación, la mecánica, no se limita a ser un preámbulo para el éxtasis, sino que en su repetición continuada ceremonia tras ceremonia, crea la identidad de la tribu a partir de experiencias comunales, consolidando los lazos sociales entre los vivos y los antepasados. El éxtasis es más el resultado de las endorfinas y la oxitocina producida por el mero hecho de juntar el grupo, a las que las drogas y la danza potencian, sin duda alguna.
1Mi resumen está basado en la descripción que Eliade ofrece de la clásica de Radlov sobre el ritual altaico, basado en sus observaciones y en los textos de las canciones e invocaciones recogidos por los misioneros llegados a Siberia a principios del siglo XIX, y editados por V.L Verbitsky. Véase Mircea Eliade. Shamanism. Ed. Cit. p.p.190-197.
2Tienda circular hecha de pieles.
3Espíritu protector de la yurta.
4Además de los Markut, los Pájaros del Cielo. La presencia de una consorte atestigua el carácter mixto cazador-agrario de esta ceremonia.
5Bai-Ulgan es un tipo de dios atmosférico, de la cosecha, y no un dios uranio supremo, que en los altaicos es Tengere Kaira Khan. Véase Eliade. Shamanism. Ed. Cit. p.198-199
6Los Gilyak son una etnia tungús de Siberia Oriental. Para más información sobre estas ceremonias véase Frazer,The Golden Bough. Ed.Cit. p.p. 585-590.
7Los Lebed sacrifican la primera luna llena después del solsticio de verano, y los Teleut el 20 de julio. Véase Eliade. Shamanism. Ed.Cit. p.197. Nota.

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