Si el criterio kantiano que distingue las proposiciones sintéticas
de las analíticas, ya sean axiomas o postulados, es su no inclusión
o su inclusión en el sujeto, una proposición analítica no podría
ser reducida o transformada a una sintética, ni a la inversa, pues
algo está o no está incluido en otra cosa. El propio concepto de
inclusión no es precisamente algo claro, la teoría de conjuntos
moderna ha optado por una definición extensional, es decir, dando
una lista de las cosas que están incluidas en otra dada. La
inclusión así pensada es menos problemática aunque no exenta de
paradojas. Obviemos esto por un momento y centrémonos en la
distinción kantiana.
Kant nos da su conocido ejemplo de proposición sintética a priori,
capaz de darnos conocimiento de manera independiente a la
experiencia:
7+5=12
Pero
podemos transformar esta igualdad en esta otra:
7=
12-5,
y
después en
7=7,
que
es una proposición analítica.
Y a
la inversa, de
7=7
pasamos
a
7+5=7+5
por
el axioma segundo euclidiano (analítico), y de ahí, mediante un
cambio de notación analítico (es decir, ponemos de forma compacta
-lo que no es una unificación conceptual- y en base 10 el quinto
sucesor de 7), pasamos a:
7+5=12
¿Podemos entonces intercambiar proposiciones sintéticas por
analíticas? ¿En qué sentido un predicado numérico puede estar
incluido o no incluido en un número? ¿Es 12 una unificación de los
números 7 y 5? -como dice Kant en la Crítica de la Razón Pura
(B15). Pero podemos obtener el número 12 sumando infinitos números
enteros (es decir sumando negativos y positivos), ¿quiere esto decir
que en el número 12 están unificados esos infinitos números? Y si
estuviesen unificados, ¿una síntesis infinita tiene algo que ver
con la intuición? Según lo que propone Kant, en 1+1 =2, los dos
unos se unificarían en el dos, pero ¿cómo podrían los unos
unificarse? ¿no se
desunifican más bien para ser dos? ¿qué quieren
decir estas preguntas? Entramos en terreno metafísico muy pantanoso.
Esto
no tiene ningún sentido, ni siquiera dentro del sistema kantiano.
¿No depende acaso la aritmética del proceso de contar, un algoritmo
que aunque basado en el sentido interno, requiere el concepto
analítico de un número sin predecesor? Una suma, como la de
7+5, o la de 22+(-10), es un algoritmo, es decir un procedimiento.
Tal algoritmo no es un proceso de unificación sino de determinación:
mediante un proceso sistemático establecemos las relaciones entre
tres signos numéricos. Ninguno de ellos es pensado por separado,
sino como parte de un único sistema numérico que ha sido
desarrollado históricamente con grandes dificultades.
Al contrario de lo que pensara Kant, es precisamente, la suma de
grandes números, como ya notara Frege, lo que muestra que la
aritmética genera proposiciones analíticas. En la suma:
123.456.789
+ 213.456.789 = 336.913.578
podemos
saber que la proposición es verdadera sin necesidad de ninguna
intuición acerca de cualquiera de los números. No obstante, y a
diferencia de lo que pensaba Frege, no son proposiciones a priori
(tampoco a posteriori) sino proposiciones sistémicas formales,
resultado de una elaboración conceptual en la que intervienen
elementos de la experiencia cotidiana y elementos definidos
analíticamente. Lo que hace una proposición matemática es su
posibilidad de inclusión en un sistema de generalización de sus
resultados. La matemática, como parecen corroborar las
investigaciones de Stanislav Dehaene, hunde sus raíces en la
biología animal, en nuestra estructura neurofisiológica, pero con
esa base ha sido después construida conforme a principios tanto
analíticos como sintéticos, hasta llegar a las construcciones
formales de la ciencia que es hoy. La imposibilidad de una
formalización total, probada por los teoremas de Gödel, no es sino
la referencia a su base intuitiva, animal, que está condicionada por
la forma en la que experimentamos el espacio-tiempo.
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