Tuesday, May 30, 2017

Planos y ejes mítico-rituales


Un plano mítico es una estructura conceptual en la que se representan las relaciones comunes a diferentes sistemas mítico-rituales históricos. En un plano mítico, se recogen las acciones de determinación económica y las de determinación primitiva en las que se expresa el desarrollo simbólico humano de racionalidad continua. El carácter acumulativo de las narraciones de determinación primitiva supone que, en un momento dado, para un plano mítico, puedan coexistir varios ejes, según las acciones de narración funcionales se estén refiriendo a unas u otras determinaciones primitivas. Así, en las sociedades de los imperios agrícolas, podía ocurrir, como en el caso del imperio Aqueménida, que en un momento dado, unas partes del imperio tuviesen determinaciones primitivas que siguiesen las narraciones de Atis, otras las de Osiris, otras las de Dumuzi, en relación a unas mismas actividades económicas. De hecho, la fragmentación en múltiples ejes míticos es inevitable en las sociedades más complejas, en las que conviven una mayor variedad de personas sociales. No es necesario que las diferentes determinaciones primitivas sean consistentes entre sí, basta con que sean semánticamente congruentes, que compartan los referentes básicos de las valoraciones emocionales.
Las narraciones de identidad muestran homogeneidad semántica con las acciones generales de la vida, lo que nos permite formar una imagen antropológica basada en principios naturales. Sujeto y objeto son productos de las acciones, determinaciones que surgen miméticamente condicionadas, y forman con la acción un todo indisociable, no analizable en unidades por separado sin pérdida de semanticidad. Acciones, sujetos y objetos son solamente comprensibles en escenarios semánticos emergentes de complejificación, donde explicitar un elemento implica hacerlo junto a los demás. Si decimos, por ejemplo, sembrar, la acción no tiene sentido si no va unida a un grupo de objetos complementarios, como tierra, semilla, abono, etc., y a un sujeto específico que incorpora a la acción un saber particular que la determina, ya sea el de un arado, unos conocimientos biológicos y genéticos, o de otro tipo. La acción de sembrar, va asociada a un sujeto y a los objetos de un escenario, algunos de ellos puramente lingüísticos, informacionales, que recogen el estado de desarrollo de una estructura mítico-ritual histórica. Cuando explicitamos el sujeto, la persona social específica que lleva a cabo la acción, explicitamos inevitablemente todo el conjunto. Si decimos que el sujeto que siembra es una multinacional alimentaria, damos todo un conjunto informativo en el que las acciones de determinación funcional y primitiva que operan quedan suficientemente explícitas. El sujeto narrativo, o persona mítica es la comunidad transpersonal, que a través del lenguaje se reifica en un narrador ausente, ya sea la divinidad o el ser inspirado por ella, o alguna fuerza histórica objetiva, pero particularizada en alguna persona social que es el actor del drama humano, sea esta una persona general (hombre, mujer, viejo, joven), antepasado, ser sobrenatural, animal, persona jurídica, o de cualquier otro tipo. La complejificación semántica ascendente de la racionalidad continua es observable en el desarrollo progresivo de distintas personas míticas, hasta el punto que podemos caracterizar los planos míticos a partir de las diferentes personas sociales que aparecen en sus narraciones.

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